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Los Pilares de la Teta (o quién ayuda DE VERDAD a la mamá que da el pecho)

En mi experiencia, son más de uno y más de dos los elementos que confluyen y las personas que favorecen una lactancia materna exitosa y satisfactoria para todos. El primero de ellos, pienso, es la suerte. Puede ser que te toque el bebé que se agarra a la primera, perfectamente, a tu pecho. Sin que tengas que preocuparte de la posición, ni del frenillo, ni de las grietas. Llega, se agarra, mama, y ahí se queda. Feliz. Engordando. A estos tándems mami-bebé, evidentemente, no les solemos ver mucho por el grupo. ¡Pero que eso no te haga creer que no existen! Porque están ahí fuera y son muchos.

En segundo lugar, se puede ayudar un poco a la suerte a base de recabar información antes de que llegue el bebé. Puede ser leyendo bibliografía relacionada con la lactancia materna (por ejemplo, si has leído "Un regalo para toda la vida", de Carlos González), o paseándote por la web de Alba Lactancia Materna antes de dar a luz. O viniendo a vernos al grupo de apoyo a la lactancia estando todavía embarazada, como vimos en el post anterior. En cualquiera de estos casos, que sepas que aumentan drásticamente las probabilidades de que la cosa salga bien a la primera. Digamos que son buenas maneras de ayudar a que la suerte se ponga de tu parte.

Otra ayuda fundamental suelen ser las buenas amigas. Bueno, las amigas, cuñadas, vecinas, primas... Esas mamis, cercanas a ti y que te adoran, que ya han pasado por un parto y los primeros días de tener al bebé en casa, y te aconsejan sabia y amorosamente. Te dicen que vayas a ver a un grupo de lactancia, que leas este libro y este otro, te pasan enlaces a webs por whatsapp y, básicamente, te desvelan todo un mundo de información al que jamás pensaste que podrías tener acceso. Ellas te ayudarán a evitar los primeros problemas y, si surgen, te darán mil opciones para solventarlos. Te harán ver que no estás sola. Te harán llegar todo el amor del universo. Y la información que necesites, también.

Pero, después de papi (al que ya dedicamos un espacio en nuestro blog no hace muchos días), el pedestal más grande y hermoso en este camino por una lactancia materna sin sobresaltos se lo tendríamos que hacer a las abuelas y abuelos. Y a los "tiets" y las "tietes". Pero no a los que critican y desmontan nuestras creencias aprendidas en los últimos tiempos, ni a los que deciden enfadarse porque les molesta que no queramos despertar al bebé cuando vienen de visita. Esos son de otra pasta. Yo hablo de ésos que nos traen túpers con comidita de la buena, la que alimenta de verdad. Esos abuelos y abuelas entregados y dispuestos, impacientes por echarnos una mano. 

Respetuosos con nuestras decisiones, aunque a menudo no las compartan ni comprendan, y no puedan esconder su cara de sorpresa ante alguna de las "modernidades" que estamos adoptando. ¡Pero qué importa! Porque con impaciencia mal disimulada cogen al bebé en brazos con una sonrisa que no les cabe en el rostro y le entretienen mientras nosotras nos echamos una siestecita reparadora, salimos a tomar el aire, o a hacer un curso interesante que nos renovará por dentro y por fuera, como decía aquel anuncio.

Esos abuelitos y abuelitas, tíos y tías, que sentimos a nuestro lado, apoyándonos en cada momento y haciéndonos la vida un poco más fácil (o un mucho) con gestos enormes -como cuidar de nuestros pequeños cuando volvemos a trabajar- y con otros más pequeños -como dándonos un abrazo enorme cuando llegan de visita.

Porque a veces, por las razones que sea, esto de la lactancia es difícil. Cuesta instaurarla y parece que todos los planetas se alinean para que por cada tres pasos que avanzamos, retrocedamos dos. Es entonces donde la presencia cálida de estos puntales maravillosos más se agradece. 

Es lo que tienen los padres. Que suelen estar para todo. Y los hermanos.

Para ellos pues este agradecimiento. Muchísimas gracias. Porque sin vosotros muchas lactancias no habrían sido posibles, y muchas mamás habrían vivido (todavía) más nerviosas. Muchas casas habrían estado más desastrosas de lo que ya suelen; muchos armarios estarían a rebosar de ropa sin planchar (¿sin doblar?); enormes cantidades de colada sucia seguiría a día de hoy sucia, cubriendo el suelo de otros tantos lavaderos y cuartos de baño; cientos o miles de neveras se encontrarían vacías... y a saber cuántas de nosotras, sin vuestra ayuda, hubiéramos decidido que no podíamos con todo y abandonado toda esperanza de dar el pecho a nuestros bebés. Un brindis (¡sin alcohol, por supuesto!) por vosotros y vosotras.


Hace dos miércoles tuvimos taller de porteo a cargo de Gemma (de Porteo Natural), y el miércoles siguiente charla sobre alimentación infantil, que dio nuestra dietista-nutricionista-asesora, Esther. ¡Ambas convocatorias fueron un éxito! Así que probablemente repitamos. De hecho, el miércoles que viene regresará Gemma al grupo, para enseñarnos mil cosas sobre la copa menstrual. Yo no pude asistir a su exposición sobre porteo, pero todas las mamis quedaron encantadas.

... Y las que no pudieron venir pidieron que organizáramos la misma charla, pero una tarde. Probablemente ya sea para el curso que viene, pero lo tenemos en mente y lo intentaremos por todos los medios.


Esta vez me despido con un pequeño pase de diapositivas: del día de la comida en el restaurante del Club de Pádel, de la charla de Esther, y de algunos abuelos que se pasaron para hacerse las fotos que iban a ilustrar la entrada de hoy... 

 

¡Nos vemos el MIÉRCOLES que viene! 

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