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Maternidades

DIEZ MUJERES, DIEZ LACTANCIAS

Vamos a comenzar a traer a este blog historias de mujeres que, como tú y como yo, tuvieron dificultades durante sus lactancias. No se trata de desanimar a nadie, ¡faltaría!

Si estás embarazada, esperamos que estos relatos simplemente te sirvan de faro y puedan indicarte, con algo de suerte, el camino a seguir si tú también te topas con alguno de estos obstáculos. Verás que algunas veces se superan, y otras no.

La vida misma, vaya. Qué te voy a contar.

 

Pero lo que nos encantaría de verdad, de verdad de la buena, es que tú y tu bebé disfrutarais de vuestra lactancia exclusiva desde el primer momento.

Si ya has tenido a tu bebé y los inicios fueron duros, también esperamos que estas historias te hagan sentir acompañada y apoyada –¡un poco menos sola, vaya! Somos muchas las que intentamos que nuestras lactancias tengan un final feliz, y es bueno saber que, aunque todo comience yendo del revés, en muchas (muchísimas) ocasiones es posible darle la vuelta al calcetín.

Y si se resiste a darse la vuelta, por lo menos saber que somos unas cuantas las que te acompañaremos y haremos lo que esté en nuestra mano para volver a verte feliz y satisfecha con tu maternidad, sean cuales sean tus circunstancias. 

Así que, sin más preámbulo, aquí tenéis...

La historia de A

Cada maternidad y lactancia es diferente, y considero que la mía lo fue un pelín más. Y si no, seguid leyendo y juzgad por vosotras mismas: Llevaba desde los 24 años queriendo formar una familia. Por suerte, encontré al hombre de mi vida, aquél que veía claramente como el padre de mis hijos, a los 19. Sabed que de pequeña tuve problemas de quistes ováricos y me tuvieron que sacar una trompa; partíamos de la casilla desde la que no lo íbamos a tener fácil, así que decidimos ponernos mano a la obra prontito. Pero lo que había comenzado como una aventura ilusionante, después de un par de años haciendo maravillosos intentos “en casa”, 5 fecundaciones in vitro (FIVs) y 5 años de espera en adopción internacional...

... se convirtió en un proceso agotador para los dos, física y mentalmente. 

Nos planteábamos dos posibles salidas: renunciar a la maternidad por completo y empezar a vivir otra vida O intentar el camino de maternidad subrogada.

Teníamos muchos prejuicios hacia la MS, para qué os voy a mentir… fundados por los medios de comunicación, sobre todo. Pero conocíamos a varias parejas que lo consiguieron así, en EEUU y en Ucrania, y escuchándoles nos dimos cuenta de que la realidad era otra. Igual que en el caso de la adopción, podía ser un proceso más o menos ético.

Nos decidimos “por probar suerte”, en un último intento, y ¡nos quedamos embarazados de mellizos a la primera!

¡No os podéis imaginar (¿o quizá sí?) la alegría que volvió a nuestros corazones! En un resultado de beta, mi visión gris de la maternidad volvió a colorearse como a los inicios de la búsqueda.

Mi ilusión siempre fue dar el pecho a mis hijos. La adopción (siendo la idoneidad para un niño o niña en adopción de dos a cuatro años) había echado por tierra esa idea. Pero tras el positivo en el embarazo subrogado, la idea regresó a mí. ¿Por qué no intentar dar de mamar a mis pequeños?

Sabía que algunas madres adoptivas y parejas de chicas lo conseguían, y me motivé.

Lamentablemente, me costó mucho encontrar información y apoyo para hacerlo, tanto de profesionales como de mi entorno, e incluso en algún grupo… pero ¡no abandoné!

Tras mucho insistir, mi ginecóloga se informó, encontré asesoras de lactancia que sabían del tema y mi entorno empezó a apoyarme (o por lo menos dejaron de criticar mi nueva y última locura).

Alrededor de la semana 26 de embarazo empecé a estimularme con masajes, sacaleches manual y tomando Moltium (un medicamento que trata las náuseas y los vómitos, pero uno de cuyos efectos secundarios es que aumenta los niveles de prolactina en sangre). Tardé unas seis semanas en obtener las primeras gotas ¡y fue una alegría increíble!

Siendo un embarazo gemelar, sabía que los niños podían nacer en cualquier momento, y al ser dos, necesitaría bastante cantidad… ¡qué nervios!

Por suerte, aguantaron estupendamente hasta la semana 38 dentro de la tripita. 

La teoría dice que hay que estimularse entre 8 y 12 veces al día, y muy importante, por lo menos dos veces durante la noche.

 

 Yo no lo conseguí.

La prolactina me daba mucho sueño y el hecho de trabajar no lo permitió. 

Cuando mis amores nacieron, no conseguía ni 5 ml por sesión de sacaleches. Utilicé un relactador para asegurarme de que mis bebés tomaban el alimento que necesitaban, al tiempo que me estimulaba.

Tener un bebé es un locura, ¡y tener mellizos está más allá de la locura! Hicimos lactancia mixta, con relactador y a veces con biberón, y por “facilidad”, rapidez, practicidad, fuimos dando cada vez más el bibe en vez del pecho, hasta dejarlo al llegar al mes de vida.

Me hubiera gustado ser más fuerte, haber luchado más por darles el pecho en exclusividad pero no lo fui... no aguanté más la medicación, ni el ritmo…

Pero puedo afirmar que los momentos al pecho son maravillosos, y sé que necesitaba conectar con ellos por esta vía, puesto que no había sido yo quien les había podido gestar.

A pesar de mi experiencia –o gracias a ella– animo a todas las futuras mamás que no llevan el bebé en su barriga a interesarse por la inducción y darse, por lo menos, esa oportunidad.


Fotos cedidas por A

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Comentarios: 1
  • #1

    Fanny (viernes, 21 septiembre 2018 15:10)

    A. eres una superwoman! Yo creo que lo conseguiste, no mucho tiempo o mucha cantidad pero estos mililitros valen muchísimo!
    Enhorabuena!